Psychology Today
¿Alguna vez se ha sentado para tener una conversación con su hijo adolescente, y después de minutos de postura corporal encorvada, agitación sin fin, miradas en blanco y respuestas gruñidas, se ha sentido frustrado, enfurecido y, finalmente, gritando? Los adolescentes son notoriamente poco comunicativos con sus padres, y los hombres nunca han defendido la comunicación verbal. Por lo tanto, no es sorprendente que tratar de hablar con un adolescente pueda ser un desafío, por decir lo menos. Sin embargo, hay arte y ciencia involucrados en la comunicación exitosa. A continuación se muestra una lista de técnicas de comunicación para probar la próxima vez que necesite conectarse y comunicarse con su hijo adolescente.
1. Avísale con antelación. Dígale con anticipación sobre el momento y el tema que desea discutir con él. Si bien no debes esperar que aparezca en la conversación con una lista de puntos de contrapunto, esto le dará el tiempo necesario para preprocesar la conversación inminente y recopilar cualquier pensamiento que pueda tener.
2. Dale de comer. Asegúrate de que haya comido algo antes de empezar a hablar. Todos hemos experimentado u observado la correlación entre el hambre y la irritabilidad. Aunque es posible que su hijo todavía no esté malhumorado, asegurarse de que su nivel de azúcar en sangre sea estable lo mantendrá concentrado y comprometido durante toda la conversación.
3. Olvídate de la conferencia. Condense su conversación en una breve lista de puntos importantes y permítale responder a esos puntos. Tener puntos concretos mitiga la posible falta de comunicación mientras lo mantiene sintonizado en la conversación. Además, permitirle responder a cada punto le proporcionará información sobre su procesamiento y asegurará que esté participando en un diálogo, no en un monólogo.
4. Controla tus emociones. Aunque puede estar frustrado y enojado, gritar, gritar y menospreciar verbalmente no van a producir los resultados que desea. Estos pueden interpretarse como un ataque, que provocará una respuesta de «lucha o huida», especialmente con un adolescente volátil.
5. Camina mientras hablas. Los niños son generalmente procesadores espaciales, y por lo tanto piensan mejor cuando están activos y en movimiento. Obligar a su hijo a sentarse y quedarse quieto mientras usted lo reprende con una larga conferencia es una receta para el desastre, o al menos para la distracción. Trate de hablar al aire libre, caminar alrededor de la manzana, jugar al aro o jugar a la pelota mientras discute el tema en cuestión. Esto mantendrá a su hijo alerta y comprometido.
6. Comunicarse indirectamente. Crear un ambiente cómodo para una conversación importante incluye los matices simples del lenguaje corporal y el contacto visual. Muchos niños, especialmente los adolescentes, estarán más abiertos a hablar con menos contacto visual directo. Mirar fijamente a los ojos de su hijo mientras tiene una conversación importante podría interpretarse como agresivo o desconcertante, y su hijo podría cerrarse como resultado. Caminar uno al lado del otro o conducir en un automóvil disminuirá naturalmente la cantidad de contacto visual directo.
7. Utilice ejemplos físicos. Si necesita dirigirse a la habitación siempre desordenada de su hijo, no se limite a hablar del hecho de que nunca pone su ropa en el cesto. Camine por la habitación y use ejemplos físicos. Pídale que recoja objetos esparcidos y determine si están limpios o sucios. Proporcionar ejemplos físicos e idealmente tangibles ayudará a su hijo a procesar y recordar su conversación.
8. Sea consciente de la competitividad innata de su hijo. En muchas situaciones es importante confirmar que estás de su lado y que confías en él. Es posible que se abra más a la retroalimentación y al entrenamiento si siente que estás en el mismo equipo. En otras situaciones, es posible que desee aprovechar su lado competitivo si siente que responderá bien a un desafío que ha presentado.
9. Por último, deje tiempo para el seguimiento. Muchos niños pueden tardar horas, días e incluso semanas en procesar la sustancia de una conversación importante. Si no recibe el compromiso o las respuestas que esperaba durante la primera conversación, dé a su hijo tiempo y espacio para reflexionar sobre la conversación antes de volver a mencionarla. Es posible que se sorprenda de cómo evoluciona su conversación con el tiempo y qué ideas aportará su hijo a la mesa.