marzo 13, 2022

La ciencia detrás de por qué la gente da dinero a la caridad

Hay varias preguntas que han fascinado a los científicos del comportamiento durante décadas: ¿por qué la gente ignora la información que está justo frente a nosotros? ¿Por qué parece que nos importa tan poco nuestro futuro a largo plazo? ¿Y por qué damos dinero a la caridad? La ciencia del comportamiento puede ayudarnos a desentrañar la cuestión más a fondo.

Los investigadores han investigado por qué las personas donan, por qué no lo hacen tanto como esperaban y cómo cerrar esta brecha. Las explicaciones para las donaciones caritativas se dividen en tres grandes categorías, desde la puramente altruista: Dono porque valoro el bien social hecho por la organización benéfica. El altruista «impuro»: Dono porque extraigo valor de saber que contribuyo al bien social para la caridad. Y lo que no es en absoluto altruista, dono porque quiero mostrar a mis compañeros potenciales lo rico que soy.

Pero, ¿son estos motivos lo suficientemente fuertes como para permitir a las personas donar tanto como quisieran? La mayoría de las personas apoyan a organizaciones benéficas de una manera u otra, pero a menudo nos cuesta hacer donaciones tan a menudo como creemos que deberíamos. Aunque a muchas personas les gustaría dejar un regalo a la caridad en su testamento, se olvidan de él cuando llega el momento. Nuestra investigación muestra (pdf) que si el autor del testamento simplemente pregunta a alguien si le gustaría donar, es más probable que lo considere y la tasa de donación aproximadamente se duplica.

Corazones sobre cabezas

Muchas personas también son conscientes de que deben donar a las causas que tienen el mayor impacto, pero los hechos y las cifras son menos atractivos que las narrativas. En una serie de experimentos, se encontró que las personas son mucho más receptivas a las súplicas caritativas que cuentan con un beneficiario único e identificable, que a la información estadística sobre la escala del problema al que se enfrentan. Otros trabajos también descubrieron que la publicidad que enfatiza la eficacia probada de la organización benéfica no aumenta la donación. Otras pruebas sugieren que el efecto de esta información puede ser en realidad lo contrario. En resumen, cuando se trata de donaciones caritativas, a menudo nos gobiernan nuestros corazones y no nuestras cabezas.

Influenciado por otros

Otra de las principales conclusiones de la investigación en esta área es que dar es fundamentalmente un acto social. Un estudio muestra que las personas dan significativamente más a su universidad si la persona que llama y pide su donación es su ex compañero de cuarto. Los investigadores descubrieron que cuando los donantes que dan limosna ven que el donante anterior ha hecho una donación grande, ellos mismos hacen una donación más grande.

No solo nuestros amigos y familiares pueden influir en nosotros. Los donantes de una organización benéfica internacional para el desarrollo tenían más probabilidades de responder a una campaña de financiación de contrapartida si sabían que la contrapartida provenía de la fundación Bill y Melinda Gates que si provenía de una fuente anónima. En nuestra propia investigación, trabajando con un gran empleador y Marie Curie, hemos descubierto que los partidarios de celebridades aumentan las donaciones a la caridad, y rápido, pero que esto solo parece funcionar para personas que han donado a la caridad antes.

Dar es contagioso

La buena noticia es que las donaciones caritativas son contagiosas: ver a otros dar hace que una persona sea más propensa a dar y el suave aliento de una persona prominente en su vida también puede marcar una gran diferencia en sus decisiones de donación, más que cuadruplicarlas en nuestro estudio reciente. El hábito también juega un papel: en tres experimentos recientes, los que se ofrecieron como voluntarios antes tenían más probabilidades de donar su tiempo que los que no se habían ofrecido antes.

En resumen, la ciencia del comportamiento identifica una serie de factores que influyen en nuestras donaciones y que pueden ayudarnos a seguir dando a largo plazo. Esta es una gran noticia no solo para las organizaciones benéficas, sino también para los donantes. La investigación ha revelado que gastar dinero en otros en realidad nos hace más felices que gastarlo en nosotros mismos, y dar a los demás en realidad puede hacernos más saludables. Entonces, ¿qué estamos esperando?

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